Proyecto Sentido
la historia que nos habita antes incluso de nacer
Fotografía: BEGOÑA ALONSO
Tod@s sabemos lo importante que es el entorno familiar, escolar y social para el desarrollo de un niño o una niña. Dependiendo de cómo sea ese entorno, esa persona crecerá sintiéndose segur@ y amad@, o cargará con una mochila emocional de la que tendrá que hacerse cargo más adelante. Una infancia complicada puede generar muchos bloqueos... o, por el contrario, despertar una gran sensibilidad y empatía.
Algun@s recordamos esos momentos difíciles, pero otr@s no. Y cuando no hay recuerdos, ni pistas aparentes de lo que duele, parece imposible salir de la tela de araña en la que nos sentimos atrapad@s.
Ahí es donde el Proyecto Sentido cobra todo su valor. Esta mirada terapéutica abarca desde los 9 meses antes de nuestra concepción, la gestación, el nacimiento y los primeros 3 años de vida (a veces hasta los 6, cuando empezamos a sentirnos seres independientes).
No solo influye si fuimos desead@s, si mamá vivió la gestación con miedo o en plenitud, si hubo pérdidas, enfermedades, separaciones o conflictos familiares… También influye el cómo llegamos al mundo: si el parto fue difícil, si mamá sintió que no iba a poder… o si nos sacaron mediante cesárea porque no lográbamos nacer sol@s.
Todo eso queda grabado en nuestra memoria inconsciente como un “programa de vida”. Por ejemplo, si nacimos por cesárea de urgencia, es posible que hoy creamos (sin saberlo) que sol@s no podremos, que necesitamos ayuda externa constante para avanzar.
Pero hay algo aún más profundo que muchas veces olvidamos:
Ese óvulo del que procedemos, se formó cuando nuestra madre estaba en el vientre de nuestra abuela.
Eso significa que lo que vivió la abuela mientras gestaba a mamá, también nos impacta directamente.
En realidad, somos el resultado del estado emocional de tres generaciones: abuela, madre y nosotr@s. Por eso, si un día elegimos ser madres o padres, es esencial tomar conciencia del poder que tienen esos primeros años y ese instante mágico de la gestación: porque en ese momento, ya estamos sembrando futuro.
Afortunadamente, la buena noticia es que todo esto puede mirarse, comprenderse y transformarse.
Aunque no lo recordemos con la mente, el cuerpo, el alma y el inconsciente sí lo recuerdan.
Y desde ahí, si lo elegimos, podemos reescribir nuestra historia, recuperar nuestra fuerza y vivir desde un lugar más libre, más amoroso y más verdadero.
En una apertura de Registros Akáshicos, toda esta información que sigue viva en la memoria del alma puede salir a la luz con claridad y sin juicio.
A veces, una enfermedad, un patrón en nuestras relaciones o un bloqueo que sentimos hoy tiene su origen justo ahí: en algo que ocurrió antes de que naciéramos.
Y no se trata de juzgar a mamá ni a papá. Lo que para un adulto puede ser “algo normal” o incluso imperceptible, para un bebé o un niñ@ puede ser profundamente impactante.
Aquí no hay reglas. Lo que a un herman@ no le afectó, a otr@ le puede marcar profundamente. Por eso es importante mirar todo esto desde una perspectiva más amorosa, más amplia y más compasiva.
Si algo de todo esto resuena contigo y sientes que ha llegado el momento de mirar con amor hacia dentro,
puedes escribirme sin compromiso.
Estaré encantada de acompañarte en ese proceso, con el corazón abierto y sostenid@ también por la sabiduría de tus propios guías y tu Yo Superior.